En que las tropas republicanas se apoderaron de la ciudad y la guarnición
reducida a los fuertes, a las ordenes del general Manuel Noriega, capituló.A
principios de marzo de 1867, el Ejército de Oriente inició las
operaciones en la ciudad de Puebla, defendida por el general conservador
Manuel Noriega. Para fines de ese mes, Puebla estaba completamente
bloqueada por las tropas de Díaz, aunque no contaban con recursos
suficientes para tomar la plaza.
En esas circunstancias, el 1º de abril el general conservador
Leonardo Márquez se aproximaba a Puebla. Su movimiento, que
se había desprendido de Querétaro, significaba la última
carta de triunfo de Maximiliano, ya que éste contaba con él
para derrotar a Díaz con las tropas de la capital de la República.
Sus planes establecían la incorporación de fuerzas a
la guarnición de Puebla, libre ya del amago de Díaz,
y levantar el sitio de Querétaro, que día a día
estrechaban los republicanos jefaturados por Mariano Escobedo.
Díaz, amenazado por la cercanía de la división
de Márquez y no teniendo aparentemente más posibilidades
que la de levantar el sitio y retirarse a Oaxaca, lo que significaba
perderlo todo, concibió el audaz proyecto de tomar Puebla por
asalto antes de la llegada de Márquez, para lo cual dictó sus
disposiciones a los jefes de los diversos cuerpos.
Al día siguiente, 2 de abril, antes del amanecer, Puebla fue
atacada por todos los frentes, con tal valor y pericia de las fuerzas
republicanas, que al cabo de pocas horas después el enemigo
estaba completamente derrotado. La toma de Puebla, refrendada pocos
días después por el mismo Ejército de Oriente
al derrotar a Márquez en los llanos de San Lorenzo y obligarlo
a encerrarse en la capital, marcó el fin del imperio de Maximiliano.
Tras la brillante victoria de Porfirio Díaz, solo le quedaron
al invasor las tropas sitiadas en Querétaro y en la ciudad de
México, sin ninguna oportunidad de triunfo.
El 15 de mayo del mismo año en Querétaro, el archiduque
Maximiliano y sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía,
caían en poder de las tropas republicanas. Con su fusilamiento
se selló, definitivamente la independencia nacional.