y toma de posesión de la Presidencia por el C. don Venustiano Carranza.
Carranza inició su carrera política como gobernador de
su pueblo natal: Cuatro Ciénegas y más tarde como gobernador
del estado de Coahuila. Cuando recibió el telegrama de parte
de Huerta en el que le informaba que había destituido ya a Madero
y a Pino Suárez, convocó a una legislatura local que
desconoció totalmente a Huerta y concedió a Carranza
facultades para lograr el restablecimiento del orden constitucional
en la República. A finales de febrero salió de Saltillo
con dirección al norte. Ahí, en la hacienda de Guadalupe,
proclamó con sus acompañantes el Plan de Guadalupe, que
desconocía a Huerta y nombraba a Carranza como primer jefe del
Ejército Constitucionalista. En Hermosillo fueron recibidos
por los constitucionalistas del noreste, los generales Álvaro
Obregón, Benjamín Hill y Ramón F. Iturbe. En la
toma de Zacatecas Villa y Carranza tuvieron un fuerte desacuerdo tras
el cual nunca se reconciliaron. Sin embargo la campaña militar
fue todo un éxito y el 15 de julio renunció Huerta a
la presidencia, dejando a Francisco Carvajal como presidente interino.
Recién consumado el triunfo, se originó una escisión
entre las fuerzas revolucionarias, y se dividieron en carrancistas,
zapatistas y villistas. Hubo muchos intentos por parte de Carranza
por tratar de reunificar al grupo, pero no resultó. Entonces
organizó una convención a la cual asistieron militares
y gobernadores carrancistas. A ellos les informó de los avances
del movimiento y presentó su renuncia, la cual, obviamente no
fue aceptada. Entonces se convocó a una nueva convención
en Aguascalientes y ante villistas y zapatistas los representantes
de Carranza presentaron la renuncia de éste, con la condición
de que los otros dos líderes se retiraran a su vida privada
y que el gobierno lo ocupase alguien designado por un Congreso Constituyente.
Aunque el trato se hizo, Villa no lo aceptó. El Congreso designó como
presidente interino a Eulalio Gutiérrez.
Carranza finalmente tampoco aceptó lo pactado en la convención
de Aguascalientes y estableció su gobierno en Veracruz. Mientras,
la ciudad de México era ocupada por los villistas y los zapatistas.
Eulalio Gutiérrez viéndose impotente para ejercer el
poder, renunció. Fue nombrado como su sucesor a Roque González
Garza, quien se vio obligado a trasladar a su gobierno a Cuernavaca,
y posteriormente, a renunciar; como lo haría su sucesor, Francisco
Lagos Cházaro.
Una segunda batalla en las llanuras de Celaya le dio el triunfo a
Carranza. En 1914 expidió en Veracruz la ley del Municipio Libre,
la de Restitución y Dotación de Ejidos, la de Supresión
de las tiendas de Raya y la del establecimiento obligatorio de Escuelas
en las Fábricas y Haciendas.
Carranza fue reconocido por los Estados Unidos y otras naciones. Dispuso
que el gobierno fuese trasladado a Querétaro, donde por decreto
convocó a un Congreso Constituyente que renovara la vida legal
del país. De ahí nació la Constitución
de 1917, que actualmente rige al país. Las principales renovaciones
hechas a la del 57 radican principalmente en los artículos 3,
27 y 123, que se refieren a las características de la educación,
a la reforma agraria y a las condiciones de trabajo y previsión
social respectivamente. De acuerdo con la nueva Constitución,
se convocó a elecciones, de las cuales salió triunfador
Carranza, para el periodo de 1917 al 1920.
En este periodo se puso fin a la rebelión sureña con
el asesinato de Zapata. Al término de su periodo, Carranza quiso
que le sucediera un civil como Ignacio Bonillas, y no un militar, como Álvaro
Obregón. Sin embargo la gente apoyaba al último, y pronto
iniciaron las rebeliones. Por otro lado, Carranza quiso reaccionar
violentamente a la oposición que se daba en Sonora, pero el
Congreso lo negó, acusándolo de arbitrario. Jefes militares
se levantaron apoyando el Plan de Agua Prieta, que desconocía
a Carranza.
Sin poder detenerlas, Carranza tuvo que trasladar su gobierno a Veracruz.
Estaba en camino cuando una tropa al mando del general Rodolfo Herrero
lo asesinó en una choza en el poblado de Tlaxcalaltongo, Puebla.
Sus restos fueron trasladados a la ciudad de México y sepultados
en el cementerio civil el 25 de mayo de 1949.