Reconocimiento a jubilados en UPV con la medalla “Rafael Hernández Ochoa”


Publicado en: alcalorpolitico.com

La Universidad Pedagógica Veracruzana hará un alto en su andar para reconocer, en el curso de unas horas, a todos los que se han jubilado de ella. La Universidad, ante la deuda que les tiene, enmendándose, decide instaurar la presea “Rafael Hernández Ochoa” como símbolo de reconocimiento a la trayectoria, entrega, compromiso y conocimientos de sus universitarios que por sus años de trabajo se jubilaron en diferentes momentos.

La UPV, en una actitud justa, se permite convocar a sus ex docentes, manifestándoles que siguen siendo parte de ella. En una dimensión diferente, coexisten en ausencia y permanencia. La UPV, orgullosa, expresa su respeto al colectivo que la forjó como la Universidad que hoy vivimos. En esencia ellos son también la escuela cambiante que trazaron ellos mismos con sus matices, colores, pensamientos y diversidad.

La Universidad con este acto se auto reconoce como una institución que ve en sus raíces la posibilidad de cosechar frutos y seguir andando los rumbos de ese Veracruz que se ha hecho también al andar de los maestros. ¿Posible pensar un día sin maestros en nuestro estado? Una gran cantidad de ellos son egresados de UPV y se formaron, muchos, con los ahora jubilados. Eso nos permite pensar que los saberes, las dudas, las propuestas pedagógicas y las ideologías de esos maestros les fueron compartidas por sus maestros de UPV. Siempre, estoy seguro, imaginando una escuela incluyente, una sociedad justa, un estado coherente y una ciudadanía cada vez más participativa en un contexto socialmente diferente. Una Universidad que reconoce a los suyos es lo suficientemente madura para reconocerse como una alternativa de cambio social, porque su compromiso trasciende sus aulas y los ecos de sus propuestas ascienden pensares.

El reconocimiento es un acto simbólico con connotaciones académicas, humanas y del lenguaje que llevarán a la reflexión y a la natural revolución de las ideas, anunciando una nueva etapa. La entrega de un reconocimiento al jubilado es identificarlo como parte de ese ente al que aún pertenecen; implica volver a darles esa identidad que formaron en colectivo. Todos ellos se dieron la oportunidad de ese beneficio como una forma de disfrutar los beneficios de todo trabajador, aunque sabemos que su actividad académica, su vida familiar, su cuidado personal y el amor de sus más cercanos son iguales o mejores. Porque jubilarse no es retirarse, más bien es un júbilo, un momento de disfrute y complacencia. Es común que el maestro que se entrega a su trabajo, se ve limitado, por sus múltiples actividades, en sus propios gustos, en sus propios placeres. Esa etapa les da la oportunidad de darse sus tiempos, disfrutar sus recuerdos, encontrarse con su persona, y sin tanta prisa recapitular la vida familiar.

Si la UPV reconoce sus sujetos universitarios, volverá a su génesis, tomando consciencia de sus potencialidades educativas. Volver a sus ex trabajadores es otorgarle valor a su legado, ese que quedó en las aulas, en las lecturas, en las evaluaciones… en los procesos. Esos procesos -educativos- que no por serlo dejan de ser complejos. Volverles a pasar lista conllevará el recuerdo de momentos llenos de vida. Será siempre placentero volver a verles a los ojos; leer sus sonrisas, estrechar sus manos al ritmo halagüeño de la palabra ofrecida. Agradable será sentir sus presencias como siempre lo están en la Universidad. Recordarles como maestros siempre resultará halagador; en la controversia, en la cátedra, en el momento, en la adversidad o en la coincidencia siempre serán nuestros maestros.

Es verdad, en algún momento se vieron en la necesidad de dejar la UPV, pero no se fueron; se retiraron, entregando la estafeta con la entereza que sólo los años enseñan. Maestros que no son historia, son la historia, esa que cada uno se ha escrito con el tiempo y en compañía de si mismo. Maestros entrañables convocados nuevamente por los universitarios y el rector, Mtro. Francisco Alfonso Avilés.