Luis Hidalgo Monroy


Por: Hermida Ruiz, Ángel J.*
  • LUIS HIDALGO MONROY
    El maestro Luis Hidalgo Monroy vio su primera luz en el puerto de Veracruz el día 25 de enero de 1876.

    Cursó su primaria en la misma ciudad y en Coatepec. Se ha asegurado que en este último lugar terminó tales estudios en el Instituto “Froebel” de don Carlos A. Carrillo, pero una duda nos asalta. En Instituto fue fundado en 1881, cerró sus puertas antes de cumplir tres años, y no alcanzó a proporcionar primaria superior. Al dar por terminado el Plantel sus labores, Hidalgo Monroy tenía apenas 8 años de edad. ¿Pudo haber concluido allí sus estudios primarios?

    A mediados de 1892, como alumno libre, a la Escuela Normal. Estaban ya avanzados los cursos del año, por lo que el 27 de julio, hubo de examinársele para ver si podía realizarlos. Obtuvo buenas calificaciones en todas las materias y el día 29 se informó al Director de la Normal el favorable acuerdo de matrículas, del C. Gobernador del Estado.

    En 1893 fue pensionado -$25.00 mensuales-, por el Ayuntamiento de Coatepec. El 20 de julio de 1895 solicitó su examen profesional, efectuándose con otros 15 alumnos, del 2 de agosto al 20 de septiembre. Al otro día, el Director de la Normal, don Manuel R. Gutiérrez, informó al Gobierno del Estado de la baja de Hidalgo Monroy, “quien después de haber terminado su examen profesional en el grado de instrucción primaria elemental, se separa de la Escuela para ejercer su profesión”. El tema escrito que le tocó desarrollar fue “Condiciones indispensables para organizar una escuela con provecho bajo el modo simultáneo”.

    Sus primeros trabajos fueron lejos de su Estado, en las entidades de Coahuila y Sinaloa. Regresó a Veracruz en 1898 a la ciudad de Altotonga. La estancia en este lugar fue decisiva en su vida, pues allí formó su hogar con la agraciada joven Luz Carballo Pasos.

    Dirigió el Instituto de Ciencias en el Estado de Guerrero y luego volvió a Sinaloa, al frente de la Escuela Modelo de Navolato. En este lugar supo del monumento que autoridades y maestros proyectaron para don Enrique C. Rébsamen, fallecido el 8 de abril de 1904. Su admiración al maestro suizo se hizo patente de inmediato. Quiso cooperar con el producto de uno de sus libros, posiblemente el primero de los que escribió. Y se lo remitió al director de la Escuela Normal de Xalapa don Emilio Fuentes, y Betancourt, con una carta fechada el 26 de agosto de 1905, en la cual le expresaba: “Me soñé autor –ya sabe usted que la ignorancia es muy atrevida- y recopilando lo dicho por el Maestro, quizá en una mala forma, hice el pequeño libro que me es muy grato remitirle. –La publicación de la obra obedece al deseo de ser útil, en modo alguno, al proyecto de erigir al Maestro un monumento; pero como las obras de esta naturaleza sólo se venden cuando la firma que las calza es reputada o el reclame las alza y la mía carece de todo eso, me permito suplicar a usted se digne darme su opinión por la prensa, teniendo en consideración el objeto, ya que no el mérito del libro por no tenerlo”.

    Adicto a las causas del pueblo, participó en la Revolución, como otros muchos maestros, y obtuvo el grado de Coronel.

    Poco a poco fue formando Hidalgo Monroy su gran personalidad, la de maestro verdadero, auténtico; y ganándose la admiración y el cariño de la sociedad entera. Leía ávidamente, se superaba más y más, e iba ocupando cargos de importancia relevantes.

    Realizó estudios educativos superiores en dos instituciones respetables: la UNAM y la Universidad del Sur de Texas, Estados Unidos. Y en la primera llegó a impartir la cátedra de Metodología de Escritura-Lectura.

    Fue catedrático también de la Escuela Superior de Niñas, de la Normal de Maestros y de la Normal Superior.

    Por un tiempo se desempeñó como Inspector de Escuelas Nocturnas. Dentro de aparato administrativo de la Secretaría de Educación ocupó varias jefaturas: la de los departamentos de Instrucción Primaria y Estudios Pedagógicos y la de Sección de Normales.

    Le cupo la satisfacción de dirigir la educación de dos estados: Hidalgo y, Veracruz, donde igualmente fue Director de la Escuela Normal que lo había cobijado de joven. Aludamos a los servicios prestados a su Entidad natal.

    Cuando fue derrocado el Gral. Heriberto Jara como Gobernador de Veracruz, el sustituto, profesor don Abel B. Rodríguez, llamó al maestro Luis Hidalgo Monroy para hacerse cargo de la dirección de la Escuela Normal Veracruzana. Llegó en vacaciones –su nombramiento lleva fecha del 3 de enero de 1928- y desde luego se entregó a trabajar. Sólo estuvo unos días. Había elaborado nuevos planes de estudios y preparado otras medidas de reorganización, cuando fue designado Director General de Educación Popular, quedando en su lugar don Gabriel Lucio, quien llevó a la práctica los proyectos de Hidalgo Monroy. Pero no se desligó del trabajo directo en la Normal. En febrero del mismo año de 1928 empezó a impartir las cátedras de Principios de Educación y Técnica de la Enseñanza.

    En diciembre de 1928 tomó posesión como Gobernador el Corl. Adalberto Tejeda, con quien don Luis Hidalgo Monroy continuó como Director General de Educación, hasta enero de 1930 en que regresó a la capital de la República, sustituyéndolo, l igual que había sucedido en la Normal, el maestro Gabriel Lucio.

    Fue un destacado Director de Educación. En él “concurrían –afirmó el maestro don Juan Zilli-, en admirable armonía, como quizá en ninguna otra personas que haya desempeñado el difícil cargo de Director General de Educación, un sólido saber teórico y filosófico de la pedagogía, así como una extraordinaria habilidad en la técnica de la enseñanza. Eminente teórico y esclarecido maestro práctico”.

    Años después volvería a su Estado. En diciembre de 1944 ascendió a la gubernatura don Adolfo Ruiz Cortines y a la Dirección General de Educación Popular el profesor Carlos Bustos Cerecedo. El 19 de ese mismo mes, se le extendió a don Luis Hidalgo Monroy el nombramiento de Director de la Normal. Empezó una brillante labor, pero en febrero de 1945 enfermó gravemente. Cayó en el baño de la habitación que ocupaba en el Hotel Juárez, con un derrame cerebral. El profesor Jerónimo Reyes Rosales, que lo esperaba, se extrañó de su tardanza y lo buscó con empleados del hotel. Al darse cuenta de lo sucedido, llamó al Dr. Manuel B. Trens, quien escribía entonces la Historia de Veracruz. El maestro Hidalgo Monroy tenía paralizado el lado izquierdo del cuerpo. Sus familiares trajeron de México una ambulancia, lo trasladaron y atendieron en la capital. Pero no fue posible salvarlo. El 13 de marzo falleció, causando gran dolor en la Normal, en el magisterio nacional y en las instituciones educativas donde había alcanzado singular prestigio.

    El maestro Monroy fue uno de los más caracterizados técnicos de la educación. Dominó singularmente la Didáctica. Escribió numerosas obras, algunas de las cuales fueron texto en nuestras escuelas, -de distintos niveles-. Una colección de la Primaria, “Levántate”, ayudó a formar moralmente a numerosas generaciones de niños. Los libros de ella, escritos hasta 1929, fueron premiados en una exposición iberoamericana celebrada en Sevilla en 1929 y 1930.

    Entre otros títulos mencionamos:

    “Técnica de la Escritura Lectura”, “Metodología de las Ciencias Naturales”, “La Enseñanza de la Geografía”, “Actividades Geométricas”, “Geometría Aplicada”, “Organización Escolar”, “Organización de la Enseñanza Rural en el estado de Veracruz-Llave” y “El Agrarista”. Dejó al morir numerosos trabajos, fundamentalmente de Didáctica –Didáctica Aplicada y Didáctica Especifica de las asignaturas de primaria-, que fueron editados bajo el título de “Obras Pedagógicas de Luis Hidalgo Monroy”, en 5 tomos, por la Dirección General de Educación Popular del estado de Veracruz, en 1980 y 1981. Junto a lo Inédito aparece algo –muy poco- de lo ya publicado con anterioridad.

    Terminemos estas líneas señalando que don Luis Hidalgo Monroy destacó también en el periodismo, incluyendo, por supuesto, el educativo.

    Maestros de Veracruz

    Gobierno del Estado de Veracruz

    Secretaría de Educación y Cultura

    Autor: Ángel J. Hermida Ruiz